De la meditación a la decoración. La tensión estética de All We Have Is Now de Oliver Marsden en la Galería Hilario Galguera.

 

De la meditación a la decoración.

La tensión estética de All We Have Is Now de Oliver Marsden en la Galería Hilario Galguera.

 

Oliver Marsden, All We Have Is Now.

Galería Hilario Galguera. Calle Dr. Fourquet 12. Madrid.

Del 12 de septiembre al 8 de noviembre de 2024.

 

La Galería Hilario Galguera de Madrid presenta All We Have Is Now, una muestra del artista británico Oliver Marsden (1973, Reino Unido) que invita a la reflexión sobre la percepción, la energía, la fluidez del color y el orden del universo. Enmarcado en un lenguaje formal basado en la geometría y las oscilaciones periódicas, Marsden nos propone un viaje hacia patrones universales de vibración y ritmo que evocan lo sonoro, lo lumínico y lo natural. El trabajo de Marsden representa posibles modelos cósmicos, o fragmentos de ellos, a partir del equilibrio entre la precisión científica y la subjetividad perceptiva. Con sus características composiciones circulares y gradaciones cromáticas, aspira a evocar estados meditativos y saltos perceptivos, prometiendo una experiencia trascendental. No obstante, ¿hasta qué punto estas obras logran sostener la ambición de provocar un salto perceptivo o, por el contrario, se disuelven en un horizonte decorativo de perfección técnica?

Hipnosis visual y el dilema de la profundidad conceptual

A primera vista, las piezas de Marsden deslumbran con su precisión y efectos hipnóticos. Sus gradaciones cromáticas, formas circulares y patrones de movimiento evocan estados hipnóticos que remiten a un cosmos visual lleno de energía latente. Series como Stella Pulse, Spiral Void Chaos o Fade Bright cautivan con sus gradaciones cromáticas, su precisión técnica y su aparente movimiento, logrando un equilibrio formal que es difícil de ignorar y transportando al espectador a un cosmos visual lleno de luz y color. Sin embargo, esta estética refinada pronto revela su carácter superficial, de donde emerge una sensación de estancamiento. Si bien Marsden apunta a representar un equilibrio entre lo científico y lo espiritual, sus obras carecen de la profundidad conceptual necesaria para sostener una experiencia significativa más allá de la contemplación visual.

Oliver Marsden, Stella Pulse Tuquoise Violet, 2023. Óleo sobre tela, 120h x 90w x 4.5d cm. Fotografía facilitada por la galería Hilario Galguera.

La repetición constante, casi mecánica, de formas circulares y patrones simétricos, aunque coherente con la búsqueda del artista de un lenguaje de contemplación universal, termina por aplanar la diversidad de su propuesta. Cada obra parece una variación de la anterior, una reiteración que, lejos de expandir el discurso, lo encierra en una zona de confort estético. La riqueza cromática y la perfección técnica comienzan a sentirse vacías, incapaces de sostener una experiencia significativa que invite a algo más que una contemplación pasajera. 

Vista de la exposición All We Have Is Now de Oliver Marsden en Hilario Galguero, Madrid, 2024. Fotografía facilitada por la galería Hilario Galguera.

Una experiencia meditativa o una decoración de lujo

Marsden trata de crear un fenómeno que él mismo llama salto perceptivo, en el cual sus piezas actúan como espejos que reflejan los pensamientos y dudas del espectador, donde se pierde la sensación de profundidad y el espectador pasa a sentirse en el interior de la pintura, en un campo meditativo. Este logro, aunque no totalmente redondo, tiene valor: no todos los artistas logran generar atmósferas visuales que puedan absorbernos de manera tan inmediata. Sin embargo, la falta de contenido específico en sus obras dificulta este diálogo. Más que una exploración del vacío o la espiritualidad, las piezas parecen hechas a medida para adornar los interiores de una clientela privilegiada, propios de una élite que predica el slow life desde una posición de privilegio. Su estética minimalista y pulida las convierte en el complemento perfecto para espacios que buscan proyectar calma y sofisticación sin comprometerse con narrativas complejas o perturbadoras.

Aquí es donde su propuesta estética revela sus limitaciones: al aspirar a una experiencia universal, su lenguaje termina siendo excluyente. Esta tensión entre lo espiritual y lo comercial también se refleja en la curaduría de la muestra. La insistencia en un discurso que vincula las obras con "verdades universales" y "campos meditativos" parece más un intento de legitimar el alto valor comercial de las piezas que un compromiso genuino con el arte como herramienta de reflexión crítica o transformación social. Si bien podemos defender que el arte no tiene la obligación de estar comprometido con una causa –aunque difícilmente podría desvincularse de su dimensión política– y dejando claro que la “mera” contemplación visual puede ser posible, el problema en este caso radica en cómo All We Have is Now pretende, como refuerza su título, involucrarnos en una reflexión profunda sobre el presente. La propuesta busca invitarnos a una introspección que supuestamente trasciende diferencias culturales para ofrecernos una pausa meditativa en un mundo marcado por el dinamismo constante. Sin embargo, es en la resolución de esta idea donde la propuesta de Marsden se queda corta. Las piezas parecen diseñadas para cautivar momentáneamente, atrapándonos en un presente idealizado y estilizado, pero carecen de la fuerza necesaria para sostener la experiencia prometida. En lugar de un espacio de reflexión significativa, ofrecen una pausa que, aunque visualmente atractiva, no logra explorar ni confrontar las complejidades inherentes a nuestra relación actual con el tiempo y la introspección. Así, el potencial transformador del arte queda reducido a una experiencia superficial y efímera. 

Vista de la exposición All We Have Is Now de Oliver Marsden en Hilario Galguero, Madrid, 2024. Fotografía facilitada por la galería Hilario Galguera.

All We Have is Now plantea una tensión interesante entre forma y fondo. Por un lado, ofrece un respiro estético en medio del caos y la aceleración de la urbanidad contemporánea; por otro, evidencia las limitaciones de un formalismo que privilegia la perfección visual sobre el riesgo conceptual, siendo su capacidad para trascender lo decorativo limitada. En su búsqueda de un lenguaje visual universal, Marsden termina atrapado en su propia superficie, entregando un arte que, aunque impecable, resulta insuficiente para provocar una reflexión perdurable.

Esta exposición invita a una pregunta inquietante: ¿es este el tipo de arte que define nuestro tiempo, donde la belleza se confunde con la superficialidad y la contemplación con la pasividad? Quizás, más que una experiencia meditativa, All We Have Is Now es un recordatorio de cómo, en ocasiones, el arte [contemporáneo] corre el riesgo de convertirse en un accesorio de lujo para aquellos que pueden permitirse “vivir el momento”.



Esther Barreiro Martínez.

Madrid, 22 de diciembre de 2024.







Comentarios

  1. Muy bien Esther. Me gustan mucho tus reparos con respecto a las pretensiones de la exposición. Aunque el tópico de que no es más que un arte comercial o un mero artículo de lujo está ya muy manido. Hubiera sido deseable algo más de información acerca del artista.

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