Deambular por la memoria de Jacobo Castellano en 'El espacio entre los dedos'

 

Jacobo Castellano, El espacio entre los dedos 

Comisariada por Tania Pardo

Sala Alcalá 31. C/ Alcalá, 31. Madrid

Del 12 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025 


...


    La Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid concede una exposición al artista andaluz, Jacobo Castellano (Jaén, 1976). Comisariada por Tania Pardo –actual directora del CA2M–, El espacio entre los dedos abre sus puertas del 12 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025, y pretende recoger el trabajo de los últimos 20 años del artista. Reconocido ya por su producción escultórica, ha decidido desvelar también  una obra pictórica recientemente realizada.  

    El título de la exposición remite al truco para impresionar a los niños en el que se esconde el pulgar entre el índice y el corazón para dar la impresión de un dedo mutilado. Esta infantil referencia permite enfocar la exhibición en los aspectos lúdicos de la práctica de Castellano que entiende el juego como un espacio de aprendizaje. Así mismo, se hace hincapié en la importancia que tiene la memoria del artista en su producción y en la valorización de la mano como instrumento primero del escultor.


Vista de la entrada de la exposición de Jacobo Castellano, El espacio entre los dedos, en Sala Alcalá 31. 


    Ni bien atravesamos la puerta del emblemático edificio de Antonio Palacios en el centro de Madrid, impresiona el toparse con una pared que fragmenta el gigantesco espacio expositivo, construida específicamente para la ocasión. Tan sólo dos puertas dejan entrever ciertas esculturas de la exhibición. Hay que mencionar que ésta fue realizada en colaboración con un equipo de arquitectos, los hermanos Carbajo. Y es que no cabe duda que uno de los mayores aciertos de la muestra es su conciencia del espacio expositivo. El tener en cuenta la potencialidad que tiene el lugar en la creación de diálogos entre obra y obra y entre obra y público, fomenta la participación de los visitantes a quienes se les da la oportunidad de deambular por el espacio, apropiándose de éste y de las obras que en él habitan. Desde aquellas primeras puertas, notamos como las esculturas de Castellano irrumpen en el entorno volviéndose piezas activas: los dos bloques de madera mantienen las puerta abiertas y nos invitan a entrar en el universo de juegos y reminiscencias de Jacobo Castellano. 


Vista de la exposición de Jacobo Castellano, El espacio entre los dedos, en Sala Alcalá 31. 

    Piezas monumentales ocupan el suelo, otras cuelgan de las paredes, algunas más discretas se esconden por las esquinas. La diversidad de materiales y tamaños utilizados para la creación de las esculturas, y sus diferentes maneras de ocupar el entorno, dan como resultado una muestra dinámica, mas no heterogénea. Los diferentes materiales generan una cohesión general, predominan la madera y los colores ocres que mantienen una cálida gama  cromática que rompe con la blancura de la sala. De hecho, este interés matérico en la obra de Castellano es central. El artista no busca esconder ni modificar los materiales que utiliza, asumiendo desperfectos de la madera, por ejemplo, pero concediendo con esto una cierta dignificación de las características naturales de la misma. Para una de las primeras piezas con las que nos encontramos al entrar, Aceite (2023) –una gran plancha de madera depositada horizontalmente sobre dos pequeños bloques en el centro de la sala– el artista no necesita más que aprovechar de las grietas de ésta para, con el sútil gesto de depositar en ellas aceite de oliva, evocar su Jaén natal. Creando así, con este sencillo, pero eficaz detalle, un estanque de la memoria


Vista de la exposición de Jacobo Castellano, El espacio entre los dedos, en Sala Alcalá 31 con Aceite, 2023 en primer plano. 


    En esta primera planta, dos obras nos resultan algo enigmáticas por su falta de conexión con el resto de la exposición, rompiendo con la cohesión general que hemos defendido anteriormente. La primera, Ring en las manos (2009), discretamente colocada entre unas blancas columnas; esta es la única fotografía de la muestra. La obra como tal es bastante interesante, pues retoma la iconografía de las manos –muy presente en otras obras– que aparecen aquí como activadoras de una pieza de Castellano, jugando con ella. Pero, por otro lado, al ser la única fotografía de la exposición, se siente bastante desconectada y no parece tener mucho sentido. Así, para quienes nos apasionamos por la práctica fotográfica, resulta algo decepcionante y hasta frustrante el no poder encontrar más ejemplos similares. 


Jacobo Castelano, Ring en las manos, 2009. Fotografía en blanco y negro digital. Impresión con tintas pigmentadas. 


    Por otro lado, Malos Tiempos (2009) presenta los restos de un caballo de juguete abierto por la mitad. Dentro de él, un vaso de leche. Lo autobiográfico en la obra del artista llega aquí a algo insólito. Pues, según el mismo Castellano, esto haría referencia a su intolerancia a la lactosa. Si bien el artista intentó conceptualizar lo extraño que resulta que el líquido que le alimentó de niño sea ahora su veneno, la obra desentona bastante con el resto de piezas que la rodean. Quizás el artista quiso jugar con un imprevisto toque de comedia, pero el resultado final es una pieza que denota un trabajo de los materiales mucho más tosco y poco acabado. Además, después de algunos días fuera de la nevera, es bastante desagradable imaginar el estado de ese vaso de leche… 


Jacobo Castellano, Malos Tiempos, 2009. 

    Ahora bien, después de esto, podríamos afirmar que las alergias de un artista son bastante irrelevantes y anecdóticas a la hora de apreciar su obra. Pues en el fondo de la sala, sus más recientes Pinturas nos demuestran lo contrario. En su etapa como estudiante de la Facultad de Bellas Artes de Granada, Jacobo Castellano sufrió de una intoxicación con aguarrás, lo que incitó a que se girara hacia la práctica escultórica. Sin embargo, a pesar de la sensibilidad que desarrolló a ciertos productos necesarios en la práctica pictórica, decidió regresar a ella con estas piezas de gran formato realizadas con barras de óleo que no necesitan de solventes. Ciertamente, estas pinturas denotan una sensibilidad por la abstracción –así como lo hacen algunas de sus piezas escultóricas–, pero sin lograr ser del todo convincentes, salvo por sus cualidades matéricas, lo que no debe sorprendernos tratándose de un escultor. Volvemos a notar el interés de Castellano por los aspectos más rudimentarios de los materiales que se traducen aquí en el espesor de los textiles y sus bordes deshilachados. Esta sensibilidad matérica se concreta también con las Constelaciones, en las que simples cortes en cruz en las espesas capas de óleo dejan aparecer el dorado de las estrellas. 


    Diversas referencias a la historia del arte van a aparecer en su obra. Para esta exposición, Tania Pardo invitó al artista a recorrer, dos lunes al mes, las salas del museo del Prado. Parece ser que obras como El Pelele de Goya (1791-1792) fueron fundamentales para la creación de piezas más recientes, como aquella que cuelga del muro artificial. Pero la obra de Goya fue, sobre todo, la fuente de inspiración para la serie de 20 dibujos presentados en la segunda planta que nos habla de la caída a través de la figura del Pelele. Si bien es de reconocer la valentía que conlleva el mostrar una práctica menos trabajada por el artista, no podemos negar que estos dibujos, más que obras, parecen bocetos inacabados. Al subir las escaleras y toparnos con ellos, resulta más interesante dejar caer –como el Pelele– nuestra mirada hacia abajo y volver a contemplar las piezas de la primera planta o, por lo menos, aprovechar para observar la imponente cubierta de bóveda de la sala y su candelabro colgante. 


    Muchas otras piezas se añaden a la exposición, y varias referencias seguirán surgiendo. Anécdotas autobiográficas, capillas de recogimiento, referencias a las naturalezas muertas de Sánchez Cotán o de Zurbarán, influencias del arte povera o del informalismo quizás. De lo que no cabe duda es de que el trabajo del artista –en conjunto con la comisaria– dio como resultado una exposición en la que (casi la mayoría) de sus obras funcionan como elementos de una misma instalación. Obras que han sabido apropiarse del espacio –interviniendo, pero respetando su arquitectura– y que invitan al público a hacer lo mismo durante su deambulación. 



 José A. Solís González

Madrid, 16 de enero de 2025


Comentarios

  1. Algunas faltas de ortografía y de puntuación. Estilo literario seco: numerosas repeticiones de una misma palabra (obra, obras). En cuanto a la crítica, tal vez le podías haber sacado un mayor partido a la interferencia de lo personal en la producción artística, pues es cierto que no es sensato tratar de explicar las piezas en relación con las alergias del artista.

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