Los orígenes de lo drag desde dentro: la exposición Furor Travesti en Archivo Arkhé
Furor Travesti
Archivo Arkhé
Calle del Doctor Fourquet, 18, 28012 Madrid
2 julio 2024 - 15 septiembre 2024
En el número 18 de la mítica calle del Doctor Fourquet, en el barrio de Lavapiés, nos encontramos con una interesante sala de exposiciones y centro de archivo queer llamada Archivo Arkhé. Tras su fundación en junio de 2016 en Bogotá, Colombia, el centro decidió extenderse al otro lado del Atlántico, ubicando una sede en la capital española en 2022. Este lugar no es una galería al uso, como el resto de sus vecinas de Doctor Fourquet, sino un espacio destinado a proteger y exponer documentos íntimamente relacionados con el arte queer latinoamericano sin ánimo de lucro. Convirtiéndose en uno de los fondos documentales del arte de cultura LGTBI latina más importantes del mundo. Un Archivo que trata de rescatar la memoria de las personas queer y de esas historias tantas veces silenciadas, como escondidas debajo de una alfombra. Personas cuyas vidas no se regían bajo el yugo de las arcaicas y arraigadas normas sociales de la época. Por lo que su documentación vital, una vez morían, solía pasar a manos de herederos enemigos: familiares que destruían o se deshacían de estos valiosos documentos al considerarlos una vergüenza y una aberración. Resulta de suma importancia la labor de Archivo Arkhé para la visibilidad de la historia LGTBI, pues, aun centrándose en América Latina —y más concretamente en Colombia—, admite documentos de cualquier origen geográfico, siendo un refugio que permite trazar una historia que las vidas queer merecen saber que tienen.
Del 2 de julio al 15 de septiembre del pasado año, tuvo lugar en la sede madrileña de Archivo Arkhé una exposición llamada Furor Travesti, que contó con la colaboración del Ministerio de Cultura de Colombia. La exposición nos expone un punto de vista alejado del de las exposiciones que tratan el tema trans y travesti a las que quizás estemos más acostumbrados, que suelen contar con fotografías de finales del Siglo XX, retratando lo marginal, lo outsider y lo underground. Sin duda, ese tipo de visibilización ha permitido llevar la temática de lo trans y lo travesti a un público considerablemente amplio, con grandes nombres de la fotografía como Nan Goldin o Diane Arbus. Por otro lado, el enfoque que se propone en Furor Travesti es el de mostrar las vidas trans y travestis desde dentro, desde la autorrepresentación de las personas queer de la segunda mitad del siglo pasado.
Fotografía del inicio de la exposición Furor Travesti en Archivo Arkhé
El recorrido comienza con una serie de fotografías que ilustran las primeras performances travestis documentadas que se conocen en Colombia, de los años 50. Estas fotografías fueron realizadas en el espacio privado del pintor colombiano Enrique Grau y reveladas posteriormente tras el paso de varias décadas, lo que enfatiza su carácter secreto en el momento en el que fueron tomadas. Mostrándonos un curioso submundo en el que la clase alta podía permitirse jugar de manera íntima con los límites de las restricciones sociales de la masculinidad, de una forma más libre que las clases medias y bajas.
A continuación nos encontramos con varios expositores que nos muestran gran cantidad de discos, revistas y toda serie de memorabilia de los años 70 y 80. Estos archivos, producidos por un amplio abanico de artistas de la escena travesti española y latina, se encuentran acompañados, a un lado de la sala, de un maniquí que viste un traje confeccionado por la propia artista transformista Madorilyn Crawford, realizado con los retales de las cortinas de su casa y con la pedrería bordada por sus hijas adoptivas trans. Para comprender el contexto de esta pieza de vestimenta deberemos realizar un salto en el recorrido hacia el final de la exposición, en el que se nos presentan lo que llamaríamos álbumes de familia, álbumes fotográficos de personas de la escena queer de los años 70/80 conformados por una familia elegida que poco tiene que ver con la biológica. Con retratos empoderantes repletos de momentos significativos, a modo de reapropiación de la narrativa de sus vidas. Centrándose en momentos de gran valor emocional, principalmente en el comienzo de sus vidas libres en la práctica drag, estos álbumes nos enseñan cómo solían funcionar estos nuevos espacios de libertad: eran casas en las que se reunían jóvenes que se habían adentrado recientemente en la práctica del travestismo y que se consideraban hijas adoptivas de una especie de madre putativa con mayor experiencia y recorrido en el mundo de lo drag.
También vemos que esta práctica de recopilación fotográfica iría muy de la mano de los álbumes de recortes, en los que observamos lo que se denominaría como queer-collage. Una práctica que fusiona los recortes fotográficos con los de prensa al estilo que ahora llamaríamos scrapbook, a modo de diario y, a su vez, de portafolio de performances y shows de la vida nocturna y cabaretera. Los ejemplos que se nos muestra son de la famosa transformista de los años 80 en Bogotá, Madorilyn Crawford —mencionada anteriormente—, cuyo nombre fue una fusión de los tres grandes iconos de la feminidad de su época: Marilyn Monroe, Madonna y Cindy Crawford.
En el centro de la exposición observamos fotografías cronológicamente desordenadas. Entre ellas se encuentran imágenes de la escena nocturna LGTBI de Medellín en los años 80, entre las que figura León Zulueta —reconocido por ser cofundador del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia, y que sería posteriormente asesinado sin investigación que aclarase su caso—, y de numerosas personas artistas y actrices transexuales de renombre: como Gaby Ángel Callejas —primera fotógrafa profesional trans de Colombia, de la que Archivo Arkhé conserva prácticamente la totalidad de su obra—, Terry Holiday —actriz y vedette mexicana que colaboró con Jodorowsky en varias obras teatrales— o la actriz mexicana Alejandra Bogue —una de las primeras actrices trans en aparecer en la televisión—, apodada el tesorito.
La exposición Furor Travesti plantea un discurso de gran relevancia, logrando rescatar y visibilizar la memoria histórica de las prácticas drag en Latinoamérica a través de un valiosísimo archivo documental. Sin embargo, su ejecución curatorial carece de la coherencia y el enfoque necesarios para darle el impacto que merece. La decisión de compartir el espacio con otra exposición simultánea, como Memoria y residuo de David Lozano, limita considerablemente el potencial de ambas propuestas, especialmente cuando una de ellas —en este caso Furor Travesti— se ve forzada a comprimir una inmensa riqueza documental en un espacio reducido, saturando al espectador con una abrumadora cantidad de información difícil de procesar.
El archivo y la narrativa que lo acompaña demandan un protagonismo indivisible en el lugar, que debería haberse destinado exclusivamente a esta muestra para permitir una disposición más espaciosa y reflexiva. La importancia del discurso y la excepcional calidad del material exhibido merecían un tratamiento curatorial más estratégico, que potenciara su impacto en lugar de constreñirlo. Si bien el esfuerzo de rescatar estas historias silenciadas es encomiable, la falta de un espacio dedicado exclusivamente a esta exposición no solo perjudica la experiencia del espectador, sino que también desdibuja el alcance de la propia obra, relegándola a un diálogo secundario que difícilmente le hace justicia.
Mariela M. Jones
A 17 de enero de 2025
Excelente, Mariela. Muy bien.
ResponderEliminar